jueves, 18 de junio de 2009

El Gobierno de Canarias declara Bien de Interés Cultural Las Cuevas del Palomar

Situadas en Ingenio, Gran Canaria, cuentan con la categoría de Zona Arqueológica
La zona arqueológica de Las Cuevas del Palomar, localizadas en el municipio de Ingenio, en la isla de Gran Canaria, forman parte del catálogo del Patrimonio Histórico de Canarias, tras la aprobación del trámite correspondiente en Consejo de Gobierno. Se trata de un enclave habitacional y, sobre todo, de almacenamiento alimentario de los antiguos habitantes de la isla antes de la Conquista europea.

Este espacio arqueológico está integrado por diversas cuevas de habitación y un granero en el que pueden distinguirse tres agrupaciones principales: la primera, integrada por un conjunto de cuevas y silos excavados en la roca, vinculado con un gran espacio de almacén o granero, organizado en tres niveles horizontales, entre los que se disponen pasos y accesos labrados en la roca que permiten la comunicación entre ellos. Se conservan en buen estado una veintena de silos, muchos de los cuales presentan los rebajes tallados en la toba para facilitar su cierre, además de restos de argamasa, e incluso evidencias de pintura de tonalidad rojiza.

La segunda área es la correspondiente a unas seis cuevas, naturales y artificiales, relacionadas con espacios de habitación, profusamente reformadas y reutilizadas hasta la actualidad. Unos grandes desprendimientos han afectado a este grupo de cuevas.

Finalmente destaca la ubicada en la margen derecha del barranco, frente al granero. Está conformada por dos cavidades, una artificial y otra natural, que igualmente debieron servir como lugar de habitación.

Además de estos elementos, cabe destacar un corral de tendencia circular en la parte alta del granero que queda dentro del entorno de protección de la Zona Arqueológica.

Por lo que se refiere a las cuevas de habitación se disponen en la base y pared de un gran arco natural que se forma en este punto de la ladera del barranco, orientándose hacia el S-SE. De este grupo varias de las cavidades se han abierto artificialmente mediante la excavación del afloramiento piroclástico, intercalándose con otras de origen natural que también se aprovechan para esta función habitacional.

A grandes rasgos el conjunto presenta evidencias muy claras de su reutilización pastoril hasta nuestros días, y así se aprecia con total nitidez en los muros que cierran parte de las bocas de las cuevas, si bien es muy probable que algunas de estas estructuras se alcen sobre los restos de construcciones de origen prehispánico o por ejemplo en las huellas de los picos metálicos, empleados para retocar el interior de las cavidades naturales, ampliándolas, y que han quedado grabadas en las paredes. De hecho este uso agro-pastoril cesó en el año 1988 a raíz de los desprendimientos que destruyeron parcialmente el conjunto, sepultando dos de las cuevas naturales y una artificial de reducidas dimensiones, colocada en un cota superior a la que se accedía mediante unos pasos labrados en la roca. Además delante de las cuevas se dispone un muro de piedra seca que actuando como contenedor, crea una plataforma externa a modo de patio, y aunque de su factura de deriva uno cronología de época histórica, probablemente esté aprovechando una estructura previa de filiación aborigen.

El espacio designado como granero constituye uno de los ejemplos más relevantes de la isla, en cuanto a yacimientos de esta tipología. Al igual que en el caso anterior y como se conoce para otros graneros de Gran Canaria, éste se emplaza en un arco natural de la ladera en el que se labran las cavidades, en las que a su vez se excavarán los silos o contenedores. Dicho arco se encuentra limitado en sus extremos por cuevas artificiales, alejadas del grupo central, y fundamentales en cuanto a la función de almacén.

En el granero sólo se han conservado materiales arqueológicos en el sedimento que aparece rellenando los silos, mientras que fuera de éstos el contenido arqueológico parece haber desaparecido.

En este sentido la reutilización en época histórica, relacionada con las actividades agropecuarias que han definido el medio rural insular hasta hace pocos años entraña un importante valor etnográfico que revaloriza aún más si cabe el interés de este yacimiento. Con este carácter etnográfico han de añadirse otros elementos como el cercano corral de piedras secas, de planta circular, que se localiza ya en la lomada, justo encima del yacimiento arqueológico, así como unas pequeñas chozas.

Los criterios utilizados para la delimitación del Bien de Interés Cultural, Zona Arqueológica de Las Cuevas del Palomar responden a la necesidad de dotar de unidad de protección a una realidad arqueológica conformada por los tres conjuntos de cuevas distribuidos en las dos laderas del Barranco del Tabuco y que, a todas luces, culturalmente resulta indisociables. A tal efecto, la delimitación del BIC está condicionada por la unidad de acogida en la que se emplazan las distintas manifestaciones arqueológicas, cuyas características confieren una personalidad diferenciada a este espacio, representando por ello un elemento individualizado en el paisaje.
El territorio donde se inserta el Bien de Interés Cultural adquiere un relevante protagonismo participando en la construcción del propio carácter singular del conjunto arqueológico. En consecuencia, la delimitación propuesta como entorno de protección considera la inclusión de un espacio geográfico circundante que defina a la Zona Arqueológica de Cuevas del Palomar, garantizando la efectiva conservación, logrando facilitar la comprensión general de su valor histórico en su entorno natural.

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